Mientras espera su turno en la sala de espera de urgencias, Charlie empeora ostensiblemente, por lo que Luka y Sam se lo llevan a pesar de las protestas de otras personas que estaban antes en la cola. Tras hacerle algunas pruebas, descubren que tiene una cirrosis y menos del cincuenta por ciento de probabilidades de sobrevivir. Los médicos tratan de encontrar a la familia de su paciente, del que han descubierto que es un ex presidiario, pero parece que no quieren saber nada de él. Ahora, la única posibilidad que le queda a Charlie es un trasplante.