Cada vez hay menos abejas, y más plagas de orugas procesionarias o medusas. Los animales son muy sensibles al aumento de la temperatura del planeta, que está alterando sus patrones de conducta. Y eso acaba afectándonos a nosotros de una u otra manera. Más de tres cuartas partes de los cultivos de los que nos alimentamos dependen de la polinización de las abejas. En la costa proliferan las medusas y la oruga esté acabando con miles de hectáreas de pinares.